“Tenemos una gran esperanza”

SAN MARTÍN.- A más de una semana del paso destructivo del huracán Irma, la mayoría de los residentes y turistas de esta isla que estaban desesperados por irse han logrado salir en vuelos de emergencia, lanchas y cruceros hacia San Juan y Curaçao.

Ahora, por las calles de San Martín, llenas de escombros y montañas de basura, prevalecen las labores de limpieza a manos de ciudadanos, voluntarios y empleados públicos, ante el paso constante de policías y militares.

La intervención de las fuerzas armadas de Holanda y Francia –países que se dividen la isla– han reducido los incidentes de violencia y vandalismo que se registraron en los primeros días que siguieron al ciclón.

“Diría que ya es algo… raro”, expresó Christopher Selier, quien trabajaba en las autoridades de acueductos y energía eléctrica de San Martín y anteanoche salió hacia su natal Saint Thomas.

Aun así, continúa el toque de queda y se observan puntos de tensión en lugares como gasolineras y bancos, donde los guardias privados están acompañados de soldados con armas largas.

En una de estas estaciones de gasolina, bajo un candente sol, el jueves, decenas de personas hacían fila con pequeños envases rojos para llevarse el combustible a sus hogares. Otra fila, de conductores en sus vehículos, se extendía por varios kilómetros desde la entrada de la gasolinera.

El racionamiento es de $20 de gasolina por cada cliente.

Con edificios destrozados como telón de fondo, era común ver gente caminando con cubos de agua y cajas de víveres, que ocasionalmente son repartidos desde la parte trasera de un camión que se detiene frente a áreas residenciales.

“Fue terrible. La parte de arriba de la casa quedó destruida. Nos tenemos que ir”, comentó Sarina Alexander, quien pudo viajar a San Juan anteanoche gracias a que su hijo de 7 años, Shaquille, tiene pasaporte estadounidense. “No sé cómo, pero trataremos de llegar hasta unos familiares en Tampa (Florida)”, dijo.

Durante un recorrido por una barriada del lado holándes de la isla, se observó cómo unos jóvenes intentaban colocar toldos sobre casas que perdieron los techos, mientras se vio a varios niños tapar sus narices con la mano al pasar por áreas en las que se levantan pilas de bolsas de basura.

Mientras, en el lado francés, se observó a un matrimonio que lavaba a mano su ropa y la tendía al sol en la misma sala de su pequeña casa de madera que había perdido su techo.

Pese a que surgieron críticas por el tiempo que tardó en llegar la ayuda a San...

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