El terrible año de 2011

ISMAEL TORRES

PERIODISTA

En ese proceso nos detenemos, como en mi caso, a pensar, con el pecho apretado de dolor, en los seres queridos que nos han dejado y nos percatamos de nuestra fragilidad y de lo mucho que significaron esas personas en nuestras vidas.

Ese fue el caso del fallecimiento de mi madre en agosto pasado, a los 96 años, después de una vida dura donde lidió junto a mi papá para levantar una familia de 14 hijos, algunos de los cuales murieron aún infantes y otros todavía jóvenes. Así, poco a poco, uno descubre la fragilidad de la vida, de la que forman parte muchas cosas del alma, que nos permiten seguir viviendo pese a los obstáculos y las cosas buenas que se nos presentan.

En ese escenario son importantes los amigos, nuevos y viejos, que siempre afloran, usualmente cuando menos lo esperamos, como hermosas flores en un jardín y que los queremos porque los escogimos, con sus virtudes y defectos. En fin, porque sí. Se imaginan la vida sin amigos.

Piensen en la emoción que sentimos cuando nos juntamos las clases graduadas a acariciar recuerdos y a mirarnos y dar gracias a Dios porque nos hemos podido volver a ver y observar cómo el tiempo nos ha cambiado, aunque al mirarnos tengamos en la mente a la persona llena de vida y sueños que una vez se fue y no volvimos a ver hasta ese...

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