Un tesoro en granos

Por Jorge F. Bauzá-Ortega

Especial para El Nuevo Día

No hay duda, visitar la playa es sentir arena. Granos que guardan la historia geológica de una playa, récord de su origen, evidencia de las fuerzas que operan y le dan forma. Su pasado, su presente y su futuro registrados en un grano, es decir, el curriculum vitae de una playa.

Pero no todos los granos de arena son iguales, aunque sí pueden compartir un mismo origen.

Por ejemplo, un pasadía en el balneario de Isla Verde (Carolina) o en Punta Salinas (Toa Baja) es suficiente para observar que la arena es amarilla, o crema para algunos. Esto es así porque son arenas compuestas de granos de cuarzo, un mineral constituido por uno de los elementos más abundantes en la corteza terrestre, el silicio.

A este tipo de arena se le llama arenas minerales o arenas de cuarzo. Son producto de la meteorización de la corteza terrestre o un acantilado cercano - sol, viento pero más agua- erosionando tenazmente la piedra hasta triturarla. Fueron transportadas y entregadas al litoral por los ríos y quebradas.

Los granos más redondos son los más viejos, pues han estado sometidos a estas fuerzas por más tiempo. De hecho, entre el 80 y 90% de la arena en las playas puertorriqueñas son de este tipo.

Algunas de estas arenas son muy blancas, pues son de sílice puro, materia prima para la fabricación del vidrio. Estas arenas puras las encontramos en las costas de Vega Baja.

Pero también encontramos arenas negras, como las que cubren parte de la costa de Arecibo, hacia la desembocadura del Río Grande de Arecibo, o si miramos al oeste, donde el Río Guanajibo se encuentra con el mar (Bahía de Mayagüez).

Estas arenas oscuras están constituidas por magnetita, mineral de hierro o roca volcánica, de ahí su color oscuro. Deben su color a que en un pasado fueron magma -piedra derretida en el interior del Planeta- que afloró como lava y se enfrió como roca. Recolecte una muestra y verá como son atraídas a un imán.

Culebra, Cabo Rojo, cayos de La Parguera, islotes en Fajardo, en todos esos lugares verá una arena blanca de forma muy distinta.

Estas arenas blancas provienen de los restos esqueletales de un erizo, un coral, tal vez una esponja y hasta de los "huesos" de las algas marinas. Y es que existen algas, como la Halimeda, que producen un esqueleto de carbonato de calcio. Al morir crean bancos de arenas.

Algunos expertos confirman que estas algas producen hasta cuatro libras de arena en un año.

Pero no son la única...

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