Testifica el entrenador personal de la occisa

Por Cynthia López Cabán

cynthia.lopez@efr.com

Iván Marrero, entrenador personal y "life coach" de Ortiz, declaró que su clienta atrasó la cita porque estaba deprimida y que durante conversaciones que sostuvo con ella durante las sesiones de entrenamiento, la mujer le relató que tomaba medicamentos para la depresión. De hecho, Marrero dijo que cuando supo de su muerte pensó que pudo haber sido un suicidio.

Según el testigo de cargo, doña Georgina le confió que se sentía dolida y engañada por su marido, el exjuez del Tribunal Supremo, Carlos Irizarry Yunqué, porque previo al matrimonio él le ocultó supuestamente que no sostendría relaciones sexuales.

En esas conversaciones con el entrenador físico, Ortiz mencionó que sentía que era víctima de maltrato sicológico de parte de su esposo, que quería separarse de éste y mudarse a Guayama, donde tenía familiares.

"No quería divorciarse, quería separarse", respondió el entrenador a preguntas de la abogada Lucille Borges Capó.

"¿Ella sentía que la hija de don Carlos la odiaba?", preguntó la abogada de la defensa.

"Sí", contestó Marrero.

El hombre, que sirvió de entrenador privado a Ortiz durante unos cuatro meses, pero que la conocía del gimnasio donde éste laboraba, declaró ante la jueza Elizabeth Linares Santiago que la puerta de entrada al apartamento 3B del Condominio Laguna Terrace en el Condado, San Juan, donde fue asesinada la mujer "estaba siempre sin seguro".

Esta determinación de los dueños de la residencia provocaba que el casero, "un hombre cubano bastante viejo", entrara sin avisar al lugar a preguntar por don Carlos, una situación que molestaba a Ortiz, según contó Marrero.

Como parte de su relato, el entrenador contó que nunca vio a Ortiz pelear con su empleada doméstica, de los Santos, ni la escuchó hablar sobre la posibilidad de reducirle horas de trabajo.

Ante preguntas de la jueza Linares Santiago sobre si le parecía o no raro que Ortiz le contara estas intimidades, Marrero respondió que "se lo contaba a mucha gente" y que en el gimnasio mucha gente conocía esta realidad.

También explicó que sigue una filosofía holística y que se enorgullecía de que su trabajo no se limitara a lo físico. Declaró que no juzgaba a sus clientes y que existía una forma de ofrecer su opinión, "pero no le digo a nadie qué hacer".

Otras tres personas testificaron durante la extensa vista, que culminó a las 7:45 p.m. de anoche.

La fiscal Elba Acevedo sentó primero a Pablo Rodríguez Quiñones, el guardia de...

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