Testigo de la revolución nacionalista

Por Brunymarie Velazquez

brunymarie.velazquez@elnuevodia.com

Y la reacción de Heriberto Marín Torres, que vive a pasos de la entrada del campamento de la Guardia Costanera de los Estados Unidos en el Viejo San Juan, se repite una y otra vez. Tranquilo y sin apego por el tiempo, se sienta a esperar que culmine la tradicional marcha diaria de las instalaciones federales.

Marín Torres es nacionalista desde los 14 años y fue parte de la revolución del 30 de octubre de 1950 en Jayuya. Este evento, del que casi no se habla en los textos de historia de Puerto Rico, es el protagonista de su libro "Coabey: El valle heroico", texto que publicó en agosto pasado.

"Tenía 20 años el día de la revolución", cuenta Marín Torres, mientras mira por la ventana y siente a su perrita Canela acomodarse frente a sus pies.

Recuerda que desde que tenía 17 años, él y sus compañeros ya eran perseguidos por el Estado, que buscaba a toda costa conocer sus planes revolucionarios.

Cuando salió de cuarto año no pudo entrar a la Universidad, pues limitaciones económicas se lo impidieron. Entonces decidió mudarse a Río Piedras para buscar un trabajo en las noches y estudiar de día. "No había oportunidad para mí en ningún sitio... Estuve meses buscando trabajo. En algunos sitios me decían que fuera la semana siguiente y, cuando volvía, ya tenían otro o, simplemente, me decían que no me necesitaban. Ya para esos años las famosas carpetas estaban funcionando", narra pausado don Heriberto.

Poco después conoció a Pedro Albizu Campos, luchador incansable de la independencia. El primer encuentro se dio en la casa de Blanca Canales. Albizu Campos regresaba a Puerto Rico luego de cumplir diez años en prisión en Atlanta por conspirar para derrocar la pemanencia de los Estados Unidos en la Isla.

"-Hijo, ¿cómo está ese corazón?, fue lo primero que me dijo. Él sabía muy bien que para luchar por la patria se necesita corazón".

"El Maestro", como le llama don Heriberto, llegaba a Jayuya para quedarse unos meses. "Tras él, la seguridad interna, que era la fuerza represiva, recién nombrada por Luis Muñoz Marín".

Todas las tardes caminaban por Coabey para conocer a la gente del barrio. De ahí, poco a poco, fueron fortaleciendo su relación casi paternal.

Recuerda como ayer cuando "llegó una delegación de nacionalistas de Ceiba a dar ayuda en Jayuya, ellos repartían dinero. Le entregaron a don Pedro un rollo de dinero. Se lo echó en el bolsillo del gabán. Al rato llegó una señora del barrio que...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR