Entre el tiempo y el arte

Por Carmen Graciela Díaz

Especial El Nuevo Día

Muy sujetado a las bondades que el tiempo le ofrece a su producción creativa, Ferraioli nos recibió en el espacio sanjuanero que grita su firma y obra por todas partes. En esas paredes viven muchas mujeres guapas, con uñas y labios pintados.

"Más que pintarlas, yo digo que las maquillo", expone al mirarlas.

Allí están en el lugar que, con cuatro años de existencia, le ha servido primero como taller y desde hace un tiempo como galería que no solo acoge sus trabajos sino los de artistas como Enid Silvestri, Yelín Vivoni, Dafne Elvira y María Antonia Ordóñez.

En ese taller-galería conviven varios proyectos junto a los colores y las líneas de su obra. Por un lado, trabaja en unas ventanas que define como la continuación de la muestra que presentó en el 2002, en el Museo de Arte de Ponce. Pero esta vez las ventanas dejaron el mosaico para aclamar el cristal fundido.

De otra parte, Ferraioli no deja a un lado a la mujer tan distintiva de su cuerpo de trabajo. Revela que retomó la figura de la mujer para diseñar una serie donde priman el cristal y la pintura sobre corcho y en la que las presenta "como víctima del hombre, en el ropaje de la naturaleza donde encuentra su refugio".

Así, inspirado en el relato mitológico de la ninfa Dafne que su padre Peneo transformó en un árbol de laurel, este hacedor artístico cuenta que escribió un cuento corto que se enlaza a esta serie de veinte obras.

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