Tierra sin héroes

EDGARDO RODRÍGUEZ JULIÁ

ESCRITOR

Entonces ya habíamos pasado del culto a peloteros como Rodríguez Olmo y Clemente, líderes y profetas como Muñoz Marín y Albizu Campos, al irrestricto fanatismo con el boxeo. En mi adolescencia, y comenzando mis inquietudes literarias, me enorgullecía que nuestro Chegüí Torres, excampeón semipesado, se codeara con escritores como Norman Mailer, quien fue mentor de su talento literario. Me acerqué nuevamente al boxeo a través de la crónica de Mailer sobre la pelea Alí-Foreman en Zaire, escritura cuya veracidad me cautivó.

También recuerdo los años en que el heroísmo lo dividíamos entre el equipo "nacional" de baloncesto y los boxeadores. El juvenil Wilfredo Benítez peleó con el colombiano palenquero Kid Pambelé y en la Plaza Bolívar de Cartagena mi conversación con un limpiabotas sería sobre esa pelea. Wilfredo Gómez le echaría pique a su fama con aquel famoso "affaire" anterior a la primera pelea que perdió; se comentaba, algo procazmente, que la actriz con quien había estado la noche anterior lo había dejado "sin ñema y sin rodillas". Nuestra sociabilidad de viernes social se acercaba peligrosamente a la cafrería y esa agresividad rústica del machismo boricua.

Entonces nos llegó el Macho Camacho, el "Macho Time" profetizado en la "Guaracha" de Luis Rafael Sánchez. Con sus payasadas y disfraces cuando subía al cuadrilátero, con el uso de la bandera puertorriqueña a manera de taparrabos, el Macho Camacho representaba la mantecosa "neocafrería". Ya no era el mero mal gusto del jíbaro o el chusma sino charrería "in your face". No era un mal gusto ingenuo e inocente; tampoco era jibarería, sino puro descaro South Bronx. Era irredenta chabacanería con esteroides, esta vez el descaro sazonado con la notoriedad que el Macho alcanzaba por sus encontronazos con la ley, la rumorada afición al "dulce de coco" aspirado bien hondo tabique arriba.

El heroísmo pasaba por una nueva reafirmación de la "identidad boricua," según el rutilante nuyorican con el blin blin, con esa cadena de oro "agrandada" y que doña María Matías, la madre ejemplar, ostentaría en las pompas fúnebres cual trofeo camino a convertirse en reliquia. La discreta...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR