'To hold me'

Miguel Rodríguez Casellas

Entre tragedias naturales y tecnológicas -que incluyeron tiburones asesinos, rascacielos en llamas, aviones sin piloto y terremotos en "sensurround"- se coló un cine de mirar atrás cuyas repercusiones todavía nos persiguen. Un referente es la "Superman" del 1978, que matrimoniaba el deseo por regresar, específicamente a los heroicos cuarenta, con el cine de tragedia veraniego. Es en ese binomio agridulce de pasados romantizados y ansiedades futuras que se inserta la Donna Summer que conocí en 1977.

Por más moderno que resultara el empaque de la música disco, con la irrupción del Quiana, el baile robótico y el sintetizador electrónico, en el corazón cultural de esta avasalladora moda latía la nostalgia por el club nocturno, las antiguas voces negras de fraseo ágil y agudos extendidos, y el baile en pareja con roles claramente definidos. De esa misma fuente de arreglos de gran orquesta, puentes musicales aviolinados y armonías a tres voces, bebió la salsa, que junto al disco dominaron las pistas de baile de toda una era.

Habrá Donnas como matices hay de memoria. Para mí...

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