Tocar con los ojos

LUIS RAFAEL SÁNCHEZ

ESCRITOR

  1. Pero, la excepcionalidad y trascendencia de María Félix desbordó la pantalla. Además de musa pictórica de Diego Rivera y Leonor Carrington, además de musa letrada de Carlos Fuentes y Octavio Paz, disfrutó del homenaje sólo concedido a la patria, la virgen y las ramas del ejército. Disfrutó de un himno propio. Donde llegara María Félix la saludaba la interpretación de la canción con la cual Agustín Lara coadyuvó a inmortalizarla. Si no había a mano un mariachi o una orquesta sinfónica, entonces el público, en pleno, se sentía obligado a corear: "Acuérdate de Acapulco, de aquellas noches, María bonita, María del alma. Acuérdate que en la playa, con tus manitas, las estrellitas las enjugabas".

  2. De los titulares posteriores a la fecha que me ocupa recuerdo uno, en particular. Lo recuerdo por imaginativo e hiperbólico: "Finaliza el siglo XX". Bajo el mismo se desplegaba una fotografía impresionante de "la mujer más bella del mundo". Dicho piropo, de indudable voltaje épico, había escoltado cada desplante, cada arqueo de cejas, cada estallido de ingenio que se permitía la diva fuera de las cámaras: "¿Pelear yo por un hombre? ¡Si sobran!"

    Inspirado, el titularista homenajeó a María Félix, por partida doble. Primero le adjudicó la potestad, cuasi divina, de mudar los límites del siglo. ¿O no estábamos ya en el siglo veintiuno el ocho de abril del dos mil dos? Luego obligó a los lectores a sobreentender que la personalidad soberbia de la "idolatrada", en opinión de Agustín Lara, y de la "María de todas las Marías", en opinión de Juan Gabriel, sintetizaba el siglo veinte y sus alcances ilustres. El siglo cuando se realiza la premiere simultánea de la mujer insurgente y del genio hembrista. El siglo cuando se afirma el cine como arte democrático, trastornador, nuevo. Un arte que sensualiza la oscuridad y la redimensiona: intente ver "Lincoln", "Broche de oro", "La vida de los otros" con las luces del cine encendidas y prepárese a sentir que el coraje lo inunda.

  3. Un arte, nuevo también, por su empeño en atenuar el protagonismo de la palabra, mas sin callarla. Un empeño a efectuarse en complicidad con la música, con el sonido, hasta con el enemigo ancestral del sonido, con el ruido.

    Para atenuar el protagonismo de la palabra, para replantear los valores intrínsecos de la imagen que patentizó el cine mudo, el cine parlante incorpora rostros capaces de transmitir una emoción profunda en la brevedad...

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