Todo un ejemplo de superación

El rostro del actor y cantante Juan Manuel Lebrón refleja alegría, picardía, bondad, empatía, pero los que lo conocen saben que dentro de él existe entrega en todo lo que hace, sobre todo por ayudar a los demás.

Por su versatilidad, la creación de tantos personajes que se han quedado en la memoria del pueblo, ha logrado destacarse como comediante, cantante, compositor, animador, libretista, productor de radio y televisión y asistente de producción. Siempre le ha dado la cara al trabajo y si no hay se lo inventa. Pues como reza su popular frase, “seguro que yes”, para él no hay impedimentos.

De sus padres, el carpintero Juan Lebrón Malavé, heredó la gentileza, la disciplina. Mientras que de su madre, Inocencia Román, ama de casa, el sentido musical.

“Papi era fuerte, pero bien bueno, buena paga, bien amigable. Cobraba y lo primero que hacía era pagar lo que debía y luego hacia la compra. Era un buen samaritano, ayudaba a los vecinos a arreglar los techos en su día libre y todo lo que fuera necesario. Eso lo saqué de él: ayudar a los demás y a dar consejos. Siempre nos estaba vigilando. Como a los 14 años me iba a la esquina con mis amigos, y papi nada más hacia una señal y yo me iba para la casa, pero una vez me tardé y cuando llegué la puerta estaba cerrada con todo y pestillo” recordó el menor de cuatro hijos; Orlando, Rafael y Madeline. Hoy sólo viven él y Orlando.

“De mami saqué lo de cantante. Siempre tuvo buen oído, mi afinación viene de ella, cantaba fregando y si bajaba el tono se iba en falsete, era bien afinada”.

Juanma proviene de origen y de corazón humilde. Nació en la barriada llamada “El Fanguito” que estaba en la Parada 23 abajo en Santurce.

“Yo vivía a dos casas, a cuatro pasos del antes del Caño. La infancia fue bien chévere. No había lavamanos así que abría la ventana con una latita con agua para lavarme los dientes y de paso hablando con los vecinos del que no fue a la escuela, de lo que íbamos a hacer, era una unión bonita”.

Fue en El Fanguito que ya de grande abre su primer negocio, The Big Crown Club, una casa alquilada que pagaba $40 al mes.

“Lo abrí con unos amigos y construimos una barrita para presentar pasos de comedia. Entre estos estaba Luisto Uriondo, mi compadre. Nosotros escribíamos los guiones. Yo era delineante arquitectónico de la Telefónica y hacíamos concursos del más mafioso que luciera. Una vez llegó uno con rifles de embuste y un carro de verdad a lo Elliot Ness. En Navidad hacíamos party y en ese...

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