Con toga y birrete a los 82 años

Por Mildred Rivera Marrero

mrivera1@elnuevodia.com

Y no termina ahí. Dice que aspira a estudiar algo más que la capacite para trabajar con público. Solo espera porque uno de sus hijos se recupere de un percance de salud que sufrió recientemente y que está bajo su cuidado. Esa actitud la ha ayudado a superar muchas luchas con una sonrisa y a fijarse nuevas metas, no importa la edad. Lo cuenta durante una entrevista en la sala de su casa, cuyas paredes adornan los cuadros que pinta -gracias a unas clases que tomó gratis hace más de una década- y en la que también destacan las muñecas de barro que hace.

"Nunca supe dónde estaba la puerta de la escuela porque era una de las mayores y tenía que ayudarlos a estudiar. Todos estudiaron. Yo crecí, y me hice mayor y me casé".

Y tuvo seis hijos. Nunca trabajó fuera de su casa, aunque en un punto decidió cuidar niños en su hogar para ayudar con la economía familiar. "Junto con los míos, crié 18 niños", revela.

Ese trabajo tuvo que terminar cuando su madre desarrolló Alzheimer y se la llevó a su casa. Su suegra corrió la misma suerte y también se hizo cargo de ella. Las cuidó durante 20 años, hasta que fallecieron. Su esposo también desarrolló el mismo mal y también lo cuidó hasta su muerte, en el 2000.

"Todavía no sé cómo lo hice, pero lo hice", dice y afirma con un gesto de tristeza que su esposo le hace mucha falta.

Durante todos esos años, en los que firmaba con una X, guardó "un deseo bien íntimo" de estudiar. Así que cuando le faltó su esposo, "no me podía quedar en esta casa porque había mucho dolor".

Siempre ha creído que "de todo lo malo hay algo...

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