"Tour de force"

Nanny Torres

REPRESENTANTE DEL LECTOR

Soy de la generación de los calderos de arroz con pollo (y a orgullo lo llevo). De esa generación para la que un día de playa era una experiencia única. Tan pronto salía el sol se preparaba la comida, los sándwiches de mezcla, la jarra de jugo en polvo, sillas, sombrillas, toallas y bronceador (para aquella época apenas se hablaba de protector solar ni de agujeros en la copa de ozono) y para la playa.

Había que llegar temprano para separar un buen lugar, preferiblemente con palmas para la sombra y cerca del agua. Que días aquellos, nada de revolú, todo transcurría en orden. Sin ruidos ni escándalos. Se llevaba la musiquita, pero nada estridente. Al terminar, cada cual recogía lo suyo, incluyendo la basura, y si no encontrábamos un zafacón en el área nos la llevábamos a la casa y disponíamos de ella.

Consideración y respeto era la consigna.

Ahora todo es distinto. Un día de playa puede convertirse en una verdadera pesadilla. Lo que antes era una actividad para relajarse y disfrutar en familia, hoy es un verdadero "tour de force", elegante palabra que emplean los franceses para referirse a una situación arriesgada o difícil y que requiere para enfrentarla grandes dosis de virtuosismo y fortaleza.

Hace unos días fui a la playa de Isla Verde. Me gusta más la de Ocean Park, pero nada que ver con el caos que allí impera sin que las autoridades municipales y gubernamentales tomen acción.

Llegué temprano para separar el espacio. Nítido. Sin ruido ni compañías estrafalarias. Demasiado bueno para ser real. No habían...

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