La transformación que el país le pide a Díaz Colón

Por Benjamín Torres Gotay

btorres@elnuevodia.com

"Lo que hay" en la Policía, debió explicarle alguien al general Díaz Colón, es, entre muchos otros lastres, una sensación de impotencia ante una estampida de violencia criminal como no la ha visto antes este país, un cuerpo desmoralizado y una incapacidad que casi raya en lo absurdo para esclarecer crímenes.

Si eso es lo que viene a reforzar Díaz Colón, agarrémonos de las manos, fortalezcamos nuestra capacidad de asombro y cuidémonos mucho, porque nada de lo que nos angustia tanto parece que va a experimentar un cambio que importe durante la incumbencia del distinguido general.

Ahora, una vez Díaz Colón se asiente en el puesto, tenga ocasión de darle una mirada panorámica al estado en que está la agencia que va a dirigir y el efecto que esto tiene en la sociedad, es posible que entienda algunas verdades importantes.

Debería ser obvio para todo el mundo, más aun para la persona a la que se encarga la gerencia de la Policía, que el cuerpo necesita una transformación absoluta. Sin embargo, no es la transformación que todos, público, políticos, la prensa, quizás hasta el mismo superintendente en su momento, imaginamos.

El País tiene unas expectativas con respecto a la Policía que no son realistas. Mire, gente, no hay superintendente, coronel, policía raso, ni guardia palito que pueda evitar que alguien quiera matar, robar, traficar con drogas, violar niños, comerse la luz roja.

Es hora de que entendamos que una vez alguien decide violar la ley no hay "plan anticrimen" que pueda evitarlo.

Lo que principalmente causa que la gente mate, robe y trafique drogas es la mezcla letal esa que se da en nuestra sociedad de fomentar al mismo tiempo el materialismo y la vagancia, lo que hace que lo importante sea lo que se tenga y no cómo se adquiera y que la gente sea juzgada por lo que posea y no por lo que es.

Parecería muy fácil entender que ese no es un asunto por el que se pueda responsabilizar al Superintendente de la Policía, sea quien sea. Pero no ha sido así. Desde los líderes políticos más importantes, hasta el más simple ciudadano, seguimos queriendo adjudicarle a la Policía la responsabilidad de que la gente sea violenta, no le guste esforzarse por lo que quiere tener y sienta que vale más tener un carro aniquelao que una vida...

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