El tránsito de una amadora

Por Carmen Graciela Díaz

Especial El Nuevo Día

Regresa. Y la matan.

Así comienza Divino cadáver, una suite lírico-dramática escrita y dirigida por Ricardo Cobián Figeroux que estrena en el Teatro de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, y se presenta hoy y mañana a las 8:00 p.m.

La pieza, sobre un crimen de odio hacia una transexual que produce Teatro y Conciertos Luna Nueva, se centra en Amadora (Gil René), la asesinada, y Francesca (Keren Lugo), su amiga, quienes dan cuenta de ese crimen.

Mientras Bryan Villarini maquilla a René (siguiendo lo que su imaginación le dibuja de crímenes de odio que han tenido como víctimas a personas como el joven Jorge Steven López o la estilista Ashley Santiago Ocasio), el actor dice que no ha querido encasillar en definiciones su personaje para que adquiera un carácter más universal.

"Hay unas líneas que el personaje cruza para convertirse en un personaje emblemático que pueda representar a toda la comunidad LGBTT. Así que como actor no lo defino ni como travesti ni como transgénero ni como transexual, lo defino como un homosexual, pero le doy oportunidad al público para que ausculte en mi cuerpo y decidan qué soy", expone sobre Amadora.

Como parte de su estructura, que se alimenta de un contexto urbano que se siente especialmente en la jerga, la pieza incluye a un coro de cámara clásico, el "corillo de cámara" (Alberto Rivera Santaliz, tenor; Jenessa Pereira, soprano; Ricardo Alvelo, bajo; y Elizabeth García, mezzo soprano) y las "loquis travestis" (Luis Rafael Rivera, Hiram Delgado y Américo Céspedes) para crear un mundo de sensaciones que sumergen al espectador en el montaje.

Esta pieza demuestra su ambición en aspectos como los bailes, el canto y las actuaciones y sus elementos multimedia que retratan desde una morgue hasta metáforas de la poesía escénica. Además, la obra se tramó como un proyecto inclusivo para el público ciego con el programa en braille que describe escenas, entre otros aspectos.

"No va a ser un encaje de tipo proselitista, moralista en ninguna dirección porque la obra busca recuperar la dimensión humana universal de lo que significa la muerte de personas que aman tanto la vida y que al mismo tiempo viven con tanto dolor por su situación de identidad, de género y de represión social", propone Cobián.

El director conceptualizó esta historia nutrido no solo por sus preocupaciones artísticas, sino por un acontecer local e internacional matizado por crímenes de odio...

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