Trauma en Tokio

Por Carmen Dolores Hernández . Especial El Nuevo Día

Un Tokio deslumbrante y ultramoderno: ajeno a cualquier intimación del terremoto y el tsunami recientes. La convención multitudinaria de Geminis, una corporación internacional especializada en inteligencia artificial, es decir, en hacer robots que satisfagan todas las necesidades -aún las afectivas- de sus clientes. Max, un ejecutivo de poca monta, que llega a la convención con un caso agravado de "jet-lag" y, una vez allí, se siente cada vez más enajenado de su entorno mientras que no se puede comunicar eficazmente por teléfono con su esposa. Con tales elementos Santiago Roncagliolo, el escritor peruano que en 2006 obtuvo el Premio Alfaguara por "Abril rojo", ha forjado una historia espeluznante de ciencia ficción. A ello se añade el atractivo de una japonesa, Mai, encargada de velar por el confort de los huéspedes del hotel, con quien Max eventualmente inicia una relación sexual tórrida.

El esquema parecería ser el de una novela predecible de amores nuevos y traiciones a los lazos convencionales de familia. Es otra cosa: es una historia de horror en clave de ciencia ficción. El recurso más importante es el clima opresivo, no sólo de una ciudad cuyos barrios y callejuelas constituyen un inmenso e inmanejable laberinto, sino de un entorno -un hotel lujoso- cuya tecnología avanzadísima resulta desorientadora. Ambos son deshumanizantes en su carencia absoluta de asociaciones afectivas.

Durante la convención y el progresivo acercamiento...

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