El tren que nunca llegó

Por Jorge L. PÉrez

jorge.perez@elnuevodia.com

En la misma, Jesús T. Piñero fue electo como comisionado residente en Washington, y apenas dos años después el presidente Harry S. Truman le nombraría como el primer gobernador puertorriqueño de la Isla.

En definitiva, con esas elecciones la Isla se zambullía de lleno en uno de los períodos más significativos de su historia.

Pero, en esta ocasión, una tragedia provocó que, al menos por el momento, lo político pasara a un segundo plano.

En 1944, la Isla era aún mayormente agrícola y dependía, tanto para la transportación de sus ciudadanos como de todo tipo de producto y mercancía, de los viajes en tren.

En efecto el tren era el principal sistema de transportación masiva del país, uniendo el área metropolitana con el interior de la Isla, y, como tal, era de esperarse que, con vistas a las elecciones del martes 7 de noviembre, la cantidad de usuarios creciera bastante, al necesitar transportarse hacia el interior los votantes inscritos para votar en su pueblo natal.

De ese modo, se calcula que cientos de personas se montaron a las 9:00 p.m. del 6 de noviembre en el tren número 3, que salía de San Juan.

El destino final de esa ruta era Ponce, rodeando la Isla por Arecibo, Aguadilla y Mayagüez. Y, claro está, tomaba bastante más tiempo que lo que tomaría hoy día un recorrido similar en automóvil.

"Hay que recordar que, en esa época, un viaje en carro desde Aguadilla a San Juan tomaba entre 8 y 10 horas", menciona la doctora Haydée E. Reichard de Cancio, escritora a quien se reconoce como historiadora oficial de Aguadilla.

El tren número 3, además, rodaba a ritmo lento, con múltiples paradas en las que recogía o dejaba gente.

"La gente aprovechaba para comprar distintas cosas en las paradas", añade la doctora. "En Quebradillas eran unas galletas llamadas Machuchal, en Isabela el queso de hoja...".

En fin, luego de llegar a eso de las 2:00 a.m. del 7 de noviembre a la estación del desvío Jiménez, en Aguadilla, se efectuó un rutinario intercambio de maquinista y fogonero con el tren 4, que viajaba hacia San Juan. Así, tomó el control del tren 3 hacia Ponce José Antonio Román, quien era considerado un excelente y veterano maquinista.

Pero tenía un defecto que resultó ser fatal: estaba especializado en conducir trenes de carga, no de pasajeros.

Y en esta ocasión hubo de hacerse cargo de un tren que llevaba seis vagones llenos de pasajeros, además de dos vagones de carga.

Tal vez por esta inexperiencia...

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