El tren oculto

Intensa, provocadora -reveladora también de los supuestos que subyacen el talante cultural estadounidense- esta novela que acaba de ganar el Premio Pulitzer resulta apasionante. Cuenta la historia de una esclava que a principios del siglo XIX se escapa de una plantación de Georgia, enfrentándose a una serie de aventuras y desventuras en sus intentos repetidamente frustrados de alcanzar la libertad.

La historia es, ciertamente, conmovedora y bastaría para denunciar los horrores de un sistema esclavista tan injusto en derecho como inhumano en la práctica. La descripción de la vida en la plantación que ocupa la primera parte incide sobre los espantosos castigos corporales que recibían los esclavos, y sobre la usurpación de sus cuerpos en aras de las ambiciones y/o caprichos de los amos, mientras expone la mentalidad de unos y otros. Tanto el poder tiránico y absoluto de los amos sobre sus esclavos como el total desposeimiento de estos, incapaces de tomar decisiones sobre sí mismos ni de protegerse a sí y a los suyos deforman las mentes y conculcan toda norma de humanidad, libertad y decencia.

El autor, que es un escritor negro, sugiere -sin embargo- mucho más al presentar la endeblez moral fundamental de una nación que se constituyó por la violencia y el despojo abierto a los demás, disimulando tales realidades descarnadas tras palabras altisonantes. La ironía inherente a la recitación que hace un esclavo de la Declaración de la Independencia –“Sostenemos como evidentes por sí mismas dichas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la Vida, la Libertad y la búsqueda de la Felicidad”-hiere la sensibilidad de la protagonista, la esclava Cora, que percibe la ironía. También la percibe en la defensa que de su “propiedad” – tierras y esclavos- hacen los hacendados sureños, asentados sobre tierras robadas a los indígenas. “Stolen bodies working stolen land”, concluye..

La doctrina del Destino Manifiesto, por otra parte, puntal de la política externa de Estados Unidos durante el siglo XIX se refiere a “…taking what is yours, your property, whatever you deem it to be. And everyone else taking their assigned places to allow you to take it. Whether it’s red men or Africans giving up themselves, giving of themselves, so that we can have what’s rightfully ours…”.

Las ilusiones no pertenecen solo a los blancos; también los esclavos escapados se dejan engañar...

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