Tres doñas

LUIS RAFAEL SÁNCHEZ

ESCRITOR

Que una obra teatral se titule "La vida es sueño" y un poemario "La cicatriz a medias", que una novela se titule "La muerte de Artemio Cruz" y una colección de cuentos "Demasiada felicidad" son calculadas incitaciones a la lectura, desde luego. Pero, también son señales de desplazamiento que les prestan a sus lectores el dramaturgo Calderón de la Barca y la poeta Vanessa Droz, el novelista Carlos Fuentes y la cuentista Alice Munro.

A continuación hago una visita breve a las novelas "Doña Perfecta", "Doña Bárbara", "Doña Justicia", novelas de palpitante actualidad. Recurro a sus títulos como llaves.

"Doña Perfecta" se titula una de las novelas más famosas del español Benito Pérez Galdós. "Doña Bárbara" se titula la novela más famosa del venezolano Rómulo Gallegos. Además de prestarle título a ambas novelas, los nombres de los personajes anticipan la característica sinuosa de sus temperamentos.

Risible tragasantos, el nombre de doña Perfecta indica la obsesión de "perfeccionamiento espiritual" que enferma al personaje legendario de Pérez Galdós. Un nombre de estirpe sarcástica, como descubre el lector apenas la novela remonta.

Mucha hormona y poca neurona: el nombre de doña Bárbara adelanta la carencia de educación "formal" que padece el personaje legendario de Rómulo Gallegos. Un nombre de intención simbólica, como descubre el lector cuando observa a la rústica y bella dominatriz, recorrer las vastedades del llano, armada de látigo y escoltada por la fe y la esperanza en el orden incivil que ella misma forjó.

Tratándose de novelas cuyas tramas avanzan sin dilación y sin digresión, novelas clásicas que exponen dos vicios de perenne actualidad, "Doña Perfecta" y "Doña Bárbara" nunca han dejado de entusiasmar.

¿Cuáles vicios? El vicio en que degenera la religión confundida con la superstición. El vicio en que degenera la ausencia de cultivo. Por cierto, ¿habrá una definición de cultura más abarcadora y más sucinta que cultivo?

Unos párrafos antes escribí "la obsesión que enferma a doña Perfecta". Unos párrafos antes escribí "la carencia que padece doña Bárbara". Entonces, ¿son enfermar y padecer verbos cuyas sucesivas conjugaciones atraen, en especial, a los escritores? Sí. Lo confirma la nómina abultada de enfermos literarios, algunos con rango de sublimes.

"Don Quijote de la Mancha. "El licenciado Vidriera. "Margarita Gautier. Los tuberculosos que residen en "La montaña mágica. "Argante", el "enfermo imaginario"...

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