Tres cortas historias

FÉLIX F. RODRÍGUEZ

DOCTOR EN LEYES

Como en el caso de Yariel, mi primera reacción fue reconocer la honestidad de devolver lo encontrado. Igualmente la segunda fue el miedo. "Que no le hagan algo a mi hijo por encontrar ese dinero" dijo la mamá de Yariel; "que no sea una trampa para hacerte daño", dijo la mía. Yariel localizó al dueño del hallazgo y recibió una gratificación no solicitada de $40.

Yo fui al Falansterio y encontré a una familia humilde, privada de lujos, pero con una inmensa alegría por haberme encontrado. Me entregaron la cartera y para mi sorpresa contenía mis documentos y el dinero. Les ofrecí el dinero, pero no lo aceptaron; sólo me permitieron darle $10 a su hijo, que hoy será un buen hombre de unos 55 años, como gratificación por ser honesto.

En 1966 transitaba por una carretera de Barranquitas, camino a Orocovis, y mi hijo de unos meses de nacido exigía su biberón de leche tibia. Me detuve frente...

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