Trina Rivera de Ríos

ISMAEL TORRES

PERIODISTA

La dulzura y compasión hacia los débiles y afligidos y su fina sensibilidad en el análisis del alma de los menos afortunados, dieron brillo y valor a la obra de doña Trina, quien consideraba como su razón principal de vida el haber trabajado porque se garanticen los derechos humanos y constitucionales a los puertorriqueños, en especial a niños y jóvenes.

Hasta sus últimos minutos de vida, doña Trina no dejó de pensar en los más necesitados, en los confinados y sus familiares, en la violencia generalizada que hay en el País y en particular contra las mujeres, los niños y los ancianos.

La dignidad y la valía del ser humano tuvieron suprema importancia en su filosofía de vida. Por eso luchó porque se proveyera a las personas los servicios y medios para mejorar su forma de vida, sin menoscabo a su condición ciudadana y humana. Doña Trina era una mujer sin límites, libre, inclusiva, que dio batallas a favor de causas que nadie defendía porque no eran políticamente correctas en ese momento o por acomodos con la línea oficial.

Ese fue el caso de la Ley 54 de Violencia Doméstica, cuya aprobación ella combatió prácticamente sola, como las demás causas que abrazó, por entender que la misma estaba desenfocada porque criminalizaba las relaciones de familia.

Fue una firme creyente de que los problemas de relaciones de familia y de criminalidad tienen sus raíces sociales que hay que atender, no con más policías...

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