La Universidad y la política del descaro

SAMUEL SILVA GOTAY

PROFESOR DISTINGUIDO DE LA UPR

El diccionario describe el descaro como desvergüenza. No debe tomarse el concepto a la ligera, porque la vergüenza, el honor fueron desde la antigüedad, el fundamento de los acuerdos entre los seres humanos y, por lo tanto, de la confianza entre estos para proteger la vida y hacienda del otro.

En otras palabras constituía el tratado, cuando no se firmaban tratados todavía; era la ley cuando no había ley escrita.

Nosotros hemos estado siendo gobernados hace dos años por un gobierno que desde la Legislatura y órdenes ejecutivas ha ido destruyendo el Estado, las condiciones de trabajo de los ciudadanos, las instituciones judiciales, culturales y la educación pública y lo ha hecho a paso de tanque de guerra que no da cuartel, que no considera editoriales de periódicos, que no escucha a los ciudadanos y que ataca con violencia a los que reclaman los más antiguos y sagrados derechos democráticos.

Este es el gobierno que ha elevado el descaro a categoría de administración pública.

No les da vergüenza lo que hacen, ni lo que dicen los expertos en la radio, ni las protestas de las comunidades, ni los editoriales de periódicos serios. No dan señales de que haya entre ellos una pizca de honor.

Uno diría, que en cierto sentido es lógico encontrar esto en hombres y mujeres que han dedicado su vida a la violencia política, que han dedicado su vida a la guerra por el poder entre ellos y contra los otros y que, además, entre la mayoría de ellos reina la ignorancia y la desinformación por el bajo nivel educativo de unos y por el analfabetismo cultural de los otros.

Pero lo más grande, sorprendente e inesperado es que esa plaga la hayan extendido a la administración de la Universidad. Desde que el periódico El Nuevo Día pidió con mucha razón la renuncia del presidente por su ineptitud, editoriales...

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