“Uno jamás se recupera de algo así”

Para Diana Berger Ettenson, este enero fue dos veces doloroso. Al recuerdo del atentado del 24 de ese mes de 1975, en el que murió su esposo, se le sumó la noticia sobre la conmutación de pena de Oscar López Rivera.

Por primera vez en 42 años, Diana, la viuda de Alejandro Berger, la única víctima hispana del atentado al Fraunces Tavern llevado a cabo por las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), concedió una entrevista a un medio de Puerto Rico y recordó a su marido.

Alejandro Berger era uruguayo. Había llegado desde su Montevideo natal para estudiar en Estados Unidos. Allí conoció a Diana, se casaron y esperaban a su primer hijo. Ella estaba embarazada de seis meses cuando las FALN pusieron la bomba que mató a su esposo, a otras tres personas e hirió a 63 en ese restaurante de la zona de Wall Street, en Nueva York.

Además de Alejandro Berger, murieron en el atentado Frank Connor, James Gezork y Harold H. Sherburne.

Aunque han pasado 42 años, Diana tiene aquel día “marcado a fuego” en su memoria. “Teníamos que cenar en casa de mis suegros ese viernes por la noche. Ellos acababan de mudarse a EE.UU. y, cuando llegué al apartamento, tuve un mal presentimiento”, contó a El Nuevo Día por teléfono desde Nueva Jersey, donde vive.

“Había escuchado sobre la explosión y estaba preocupada porque sabía que Alex —así lo llama— tenía una reunión en esa zona. Y también sabía que, si Alex estaba bien, iba a buscar el modo de hacérselo saber a sus padres”, recordó. Pero ellos no habían recibido noticias.

Diana pasó horas al teléfono tratando de contactarse con compañeros de trabajo de su marido, pero nadie estaba disponible. “Después de varias horas, recibí la notificación por parte de mis padres de que Alex había sido asesinado”.

Recuerda a su esposo Alejandro como un hombre “brillante”, que había sido becado, se había graduado de la Universidad de Princeton y tenía un MBA.

Había estado entre los mejores cuatro de su clase. “Era un excelente jugador de fútbol”, cuenta Diana, quien asegura que su inteligencia y su pasión por la matemática y la pelota las heredó Adrián, el hijo de ambos. Diana siempre le habló de su padre y el nene creció con esos recuerdos. Incluso, dice Diana, Adrián hasta tiene gestos de su padre.

“Jamás en la vida uno se recupera de algo así, pero, si hubiera algo de constricción, algo de remordimiento...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR