Vacío político

WILDA RODRÍGUEZ

PERIODISTA

De pronto nos encontramos con un desierto de políticos de envergadura, un desierto de propuestas políticas serias, un desierto de ofertas electorales y candidaturas atractivas, un desierto de pensamiento y criterio político y un desierto de voluntad política. En fin, un vacío político enorme. Es tan evidente que sobrecoge cuando uno se acomoda dentro de él a mirar alrededor. Esa sensación de mirar a todos lados y no encontrar nada es impresionante.

El Partido Popular languidece y sobrevive conectado a una apuesta. La plantilla electoral de ese partido es reflejo de sus pocas luces. Cada día menos sobresaliente, más mediocre. Comenzando por un candidato a gobernador cuyo único salvoconducto es el atractivo físico y la simpatía indudables, el equipo electoral del PPD dista mucho de ser un "dream team" como el que debía devolverle el aliento a un pueblo descorazonado. La oferta política de ese partido es ambigua. Su ideología es un sofisma.

La apuesta a la que está conectado el PPD es que Luis Fortuño se derrota a sí mismo. No es una mala apuesta. Pero es una apuesta que no dice nada bueno de la dignidad política de los apostadores y mucho menos de su compromiso con el país. Es la apuesta del sector del PPD que no ha podido obtener el control interno de su partido y no tiene absolutamente nada que perder y todo que ganar.

Si ganan las elecciones, sin mucho esfuerzo y sin mucha inversión económica o moral, se habrán llevado el botín del poder y de los contratos, además del control de la colectividad. Si pierden, no pierden nada porque no han arriesgado nada. De ahí que uno no vea grandes inversionistas ni grandes personalidades poniendo su futuro político o económico en línea por el PPD.

Los incumbentes que van a la segura en virtud de...

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