SE VALE TODO EN NAVIDAD

Por Luis R. Trelles.Especial El Nuevo Día

FOTO POR ÁNGEL M. RIVERA

Puestos en conjunto, estos arreglos cuentan una historia: la evolución de la cultura navideña en la Isla. No hay duda de que esta época resuena con una fuerza particular en la sociedad puertorriqueña. Sus símbolos, sin embargo, apuntan a una plétora de significados que responden a nuestras actitudes cambiantes.

"La Navidad es la época más nostálgica del calendario puertorriqueño", menciona el historiador Pedro Reina. "Nosotros inventamos y reinventamos los mitos de lo autóctono".

La celebración, claro está, se origina con un significado muy especial para los cristianos: el nacimiento del niño Jesús. La forma en que se celebra, sus adornos y postales, se ha expandido para incluir elementos no relacionados a la religión, lo que hace de la época un tiempo más inclusivo. Puerto Rico es, posiblemente, el único lugar del mundo donde comparten los duendes del Polo Norte junto a pastorcillos del pesebre. ¿Winnie the Pooh con gorro de Santa? ¿Güiros, maracas y otros instrumentos para la trulla puestos en patrones de coloridas luces? Estos decorados no se cancelan entre sí, se entremezclan en los patios de las casas, oficinas y centros comerciales, entre pascuas y calcetines rojos, para añadir un capítulo más a la historia de las navidades criollas.

La tradición más antigua coloca a los Reyes Magos en el centro de la Navidad. La llegada de Santa Claus, que comenzó a popularizarse en la sociedad puertorriqueña a mediados del siglo pasado, se tomó por ciertos sectores como una amenaza.

"Si uno mira a Santa Claus como parte de un proceso de americanización y uno maneja un concepto defensivo de la nación, uno siente que la nación se desvirtúa con su llegada", dice la historiadora Silvia Álvarez Curbelo. "Si lo articulas desde el ideal de la modernización, ves en ese viejito algo novedoso que viene del norte, lo miras como un indicativo de progreso".

Esa idea de progreso que arropó a Puerto Rico luego de la Segunda Guerra Mundial fue transformando la decoración navideña. La vitrina de González Padín, una de las primeras tiendas por departamentos de la Isla, hacía gala de ese ideal. Su tienda en el Viejo San Juan, en el local que ahora ocupa Marshall's en una esquina de la Plaza de Armas, se convertía en un escenario con figuras mecanizadas de Santa Claus que capturaba la imaginación de niños de todas las edades.

"Era visita obligada", recuerda Álvarez Curbelo sobre la vitrina. "La gente...

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