El valor de los recuerdos

Las cosas son lo que son: objetos materiales útiles para la vida, el trabajo o el placer. Pero pueden ser algo más: signos que nos refieren a otras realidades. Los objetos mueven al recuerdo, actuando -lo dice Efraín Barradas aquí- como una gran metáfora de realidades que pueden ser inmateriales.

En las cosas que usaron, en los espacios que ocuparon -y cómo los ocuparon- nos encontramos, en nuestra mente, con aquellos que, de una manera u otra, ya no están con nosotros. A esa permanencia significativa y referencial de las cosas le han cantado grandes poetas. Ese es también, a fin de cuentas, el sentido último de las reliquias reverenciadas en la Iglesia Católica: llegar al “santo” a través de lo que dejó por detrás.

La riqueza añadida con que el recuerdo realza el significado de las cosas incluye las miradas que sobre ellas se han posado: miradas pretéritas que las valoraron y presentes que las revaloran y reinterpretan. Lo dijo, captando la intensidad de las vivencias históricas, aun de las que ni siquiera tienen marcadores materiales, el poeta Derek Walcott al hablar de los monumentos inexistentes en su Caribe natal que son, sin embargo, tan reales como los construidos y se encuentran, precisamente, en el recuerdo.

Estos breves ensayos de Efraín Barradas, crítico, escritor, profesor universitario, presentan el valor metafórico de los objetos que nos recuerdan el pasado y las personas que lo habitaron. Surgen a partir del deber autoimpuesto como hijo único, de reordenar la casa de sus padres en Aguadilla cuando estos dejaron de habitarla. Mientras lo hace, el escritor examina los objetos que acompañaron esas vidas que encauzaron la suya y que ahora van llegando a su final. No solo recuerda las épocas pasadas sino que describe y caracteriza a sus padres y la vida que forjaron, recuperando el momento en que los tres convivieron y, aún más allá, otros momentos que él conoció por recuerdos ajenos.

El tema parecería proclive a la nostalgia, pero este inventario de vivencias no es nostálgico. El autor revive el pasado sobriamente, críticamente (habla de “la paradoja del cariño crítico”), enriqueciéndolo con la comprensión mayor que le han dado no...

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