Unos van alegres y otros van llorando

ENRIQUE CRUZ

ANALISTA POLÍTICO

Vuelve otra Nochebuena, rezamos, compartimos, reímos, lloramos y, de nuevo, volvemos a retomar la esperanza hacia todo aquello tan añorado. ¿Por qué? Porque sabemos que nuestra realidad se ha trastocado y tornado en otra; porque reíamos más y ahora reina la preocupación; porque lo que creíamos seguro ahora se tambalea y nos cansamos buscándole justificación.

Navidad que vuelve, tradición del año, unos van alegres y otros viven ilusionados.

A saber cómo cada lector celebró su Navidad del 2005, sin imaginar que al siguiente año nuestro gobierno cerraría. Desde entonces, la racha ha sido desalentadora. Buscamos hasta debajo del arbolito de Navidad el anhelado crecimiento económico, el desarrollo de empleos y las nuevas riquezas.

Un año que viene y otro que se fue y aún no sabemos qué hacer con nuestra maltrecha economía, los retos de deserción escolar, la drogadicción y la devastación del narcotráfico en nuestra sociedad.

Fueron muchos los que celebraron la Navidad del 2010 sin imaginar que el 2011 les traería un forzado cambio de recorte provocado por pruebas de dopaje; nuevo vestuario y, no de Santa, para dos alcaldes presos y cero pago de dietas a tres legisladores que renunciaron y ahora pagan su propio lechón. Vergonzosamente, se añaden los que nos cantan: "Yo tenía una luz que yo "no" pagaba", más la violencia doméstica desmedida y el rampante aumento en asesinatos y ya vemos por qué unos van alegres y otros siguen llorando.

Hasta los federales nos trajeron una que otra trullita. Obama, el secretario de Educación y un "subsecre" del Departamento de Justicia agarraron güiros y maracas y nos cantaron dos cositas: Puerto Rico merece algo mejor y que nos darán herramientas para salir de...

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