Vaselina

Cezanne Cardona Morales

No sé si fue mi abuelo o un poeta inglés, pero la respuesta me parece razonable: nadie que no haya recibido un buen golpe de la vida no se sube al ring. Y se lo creo: a mi abuelo y al poeta inglés. Porque si uno revisa la historia de los grandes boxeadores lo notará: Joe Frazier peleaba para no obedecer a los dueños de las plantaciones de algodón; Tyson comenzó a pelear para que los niños de su barrio no le dijeran gordo; Oscar de la Hoya comenzó a boxear cuando su madre enfermó de cáncer; Mohamed Alí para que no le dijeran negro.

Pero si uno se pregunta por qué los políticos de estos últimos días se suben al ring de la política, de seguro, no se encontrarán buenas historias. Tampoco buenas razones. Excepciones las hay; por supuesto. Pero lo cierto es que se suben al ring sin saber exactamente quién es su contrincante: si el partido, Dios o la Ley.

Tampoco están seguros...

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