Para ver mejor

ÁNGEL DARÍO CARRERO

ESCRITOR

Nos surge de inmediato la interrogante: ¿no es nuestro tiempo moderno una ínsula demasiado extraña como para invitar a la mística hacia sus costas?

Jean Danielou describía la cultura moderna precisamente como el contexto de una desacralización operada por la civilización técnica y la contrapuso al tiempo cuando la existencia colectiva estaba impregnada de valores que conformaban un universo en el que las estructuras mismas de la vida nos mantenían en perpetuo contacto con lo sagrado.

Martín Buber describió provocadoramente este amanecer de la razón con la metáfora de la tiniebla, por propiciar una filosofía centrada en el individuo que objetiva la realidad (yo-ello) y convierte a Dios en algo irreal para el hombre y la mujer contemporáneos.

Situación histórica que el pensador judío llamó, análogamente, "eclipse de Dios".

Por paradójico que suene, es desde y para este contexto de desplazamiento de lo religioso que el teólogo Karl Rahner formuló uno de sus más célebres vaticinios: "El cristiano del futuro o será un místico, es decir, una persona que ha experimentado algo, o no será cristiano".

Ese futuro ya está entre nosotros.

Rahner estaba convencido -de ahí la radicalidad de su planteamiento- que en el contexto de la secularización moderna, la experiencia cristiana no sería favorecida por el entorno cultural -como acontecía en el paradigma premoderno cuando Dios era el fundamento de todas las irradiaciones- sino desmotivada. Creía que, justo por ello, se abría la oportunidad de volver a un camino, tan auténtico como solitario: el de la experiencia personal e intensiva del Misterio al que alude directamente la mística.

Según esta óptica, la dinámica de la secularización ofrece posibilidades, no necesariamente a la religión, pero sí a la urgencia mística. O, más exactamente, a la mística como lo más originario y puro de las religiones.

Rahner advertía que la oportunidad de ensayar este cristianismo "sublime y radical", que es el místico, estaba motivado no sólo por el ambiente secular, sino también "por el sentimiento de la opresión, de la muerte y de una política absurda", uniendo en un solo trazo integral las exigencias del Norte y del Sur, de la Modernidad y su reverso.

Para que esta vuelta a la propuesta mística no fuera a constituir una reproducción nostálgica del pasado, sino una oferta real para el ciudadano moderno, "lo nuevo" de la mística habría que entenderlo desde un doble movimiento: "Como el...

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