Un veterano primerizo

Por Rafael Vega Curry

ragui.vega@gfrmedia.com

Pero el presente es lo único que realmente tenemos, como bien saben los mejores músicos, aquellos que son capaces de expresar a cabalidad lo que sienten en el momento preciso, ya sea improvisando un solo o en la rica urdimbre de sonidos que teje la mejor música.

Morales no solo tiene esa capacidad para poner toda su atención en el ahora y sus posibilidades inmediatas mientra está creando música, sino también en su vida diaria.

"Estar en el momento de hoy y ahora, con lo que tienes", es su filosofía de vida, dice el bajista natural del Bronx, Nueva York, y criado en Levittown.

Ya sea en su faceta de profesor universitario, organizando eventos musicales o compartiendo con amigos, Morales practica lo que predica. Ni habla en vano -en las conversaciones suele pausar unos segundos antes de responder, para decir exactamente lo que tiene que decir- ni toca una nota de más.

"El mejor compañero para hacer música es ese ser a quien le importa más la música y el bienestar del grupo que él mismo", dice de él su colega, la pianista Brenda Hopkins. "Es ese ser comprometido, abierto, generoso y honesto, para quien cada oportunidad de tocar es un valioso regalo. Por eso le importa que todo quede siempre con excelencia y lo logra".

"Sammy siempre está pensando en los demás antes que en él mismo, lo cual es algo difícil de conseguir, especialmente entre los músicos", subraya el guitarrista Gabriel Vicéns, miembro del quinteto de Morales y uno de los mejores guitarristas de la escena actual.

Todos esos elementos que forjan su personalidad están presentes en Historias, cuentos y canciones, el debut discográfico de SM Quinteto, la banda que lidera Morales.

Historias... es una de esas grabaciones que tienen la resonancia de lo perdurable. No está hecha para pegar en la radio y desaparecer pronto; uno siente que será de esos discos que se van apreciando más con el paso de los años. Es jazz, pero también no lo es; es música creativa y robusta, con cierto sabor porteño, gracias a la presencia del acordeón de Ricky Martínez.

¿Qué te motivó a ser músico?

En casa se escuchaba música. Mi mamá cantaba, mi papá tocaba guitarra. Mi hermano tocaba en Viva la gente. Pero lo que sí (fue decisivo) fueron unos vecinos que empezaron una banda y me dijeron "tú vas a ser bajista". Ya tenían todas las guitarras que necesitaban (se ríe). Tenía unos 17 años, más o menos. Antes lo que me interesaban eran los deportes, el baloncesto...

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