Viaje desesperado al pasado

Por Juanma Fernández-París

Especial El Nuevo Día

Aún más importante el filme, producción de Sony Pictures que estrena hoy en Puerto Rico, logra revitalizar el concepto del material original a la misma vez que logra empujarlo en direcciones nuevas e inesperadas.

Hace 15 años, el filme tomó un concepto ingenioso (los extraterrestres no tienen que invadir porque ya viven con nosotros), cuyo producto fue un espectáculo visual inventivo y reafirmó el estrellato de Will Smith en la pantalla grande. A pesar de que dentro del contexto de la cronología del cine moderno estos son logros superficiales, el filme generó suficientes millones en la taquilla como para que su estudio considerara una franquicia. Lo triste del caso es que la baja calidad de la secuela no impidió el que recaudara cientos de millones en la taquilla.

Afortunadamente, el equipo creativo original (que incluye a Smith, Tommy Lee Jones y el director Barry Sonnenfeld) presenta entretenimiento con vitalidad, sin reciclar fórmulas trilladas. Por ejemplo, el libreto de Etan Cohen y David Koepp se arriesga en quebrantar la relación entre el Agente K (Jones) y el Agente J (Smith), a la misma vez que expande la mitología de su universo.

Los ajustes al guión son bastante básicos, pero en contraste con la secuela anterior estos parecen el trabajo de un genio.

El motor creativo de la trama es el escape de una prisión espacial de Boris The Animal (Jemaine Clement), un extraterrestre agresivo que perdió uno de sus brazos en una pelea con el Agente K. El villano viaja al pasado y elimina al Agente K antes de que cumpla 30...

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