Viaje al infierno

Por Ana Teresa Toro

ana.toro@elnuevodia.com

Dan Brown (1964) habla con el mismo ritmo con el que escribe: rápido y preciso, pero con pequeñas disgreciones que bien podrían sorprenderte. Aún así, en diez minutos, puede uno asomarse al infierno con él y volver para contarlo.

Así sería su agenda durante el día de ayer, una entrevista tras otra, con motivo del lanzamiento el pasado martes de su más reciente libro, Inferno, una novela en la que regresa su héroe, Robert Lang-don, y que está inspirada en el Infierno, el primero de los tres poemas que completan La Divina Comedia del poeta italiano Dante Alighieri (1265-1321). Esta vez los acertijos llevarán al lector a través de Florencia, Venecia y Estambul alrededor de los principales centros de arte de estas ciudades, enfocándose en la multiplicidad de obras que inspiró una de las más grandes obras maestras de la literatura universal, todo esto de la mano del tema de la sobrepoblación y los debates en torno al aspecto moral de la ciencia.

La escribió con la misma disciplina que las anteriores. Se levantó cada día a las 4:00 a.m. y escribió unas ocho horas hasta la tarde.

Esta novela arranca cuando Langdon, el profesor de simbología de Harvard, se despierta desorientado en un hospital con una herida en la cabeza. No recuerda nada de las últimas 36 horas o del origen de un objeto muy extraño que los médicos han encontrado entre sus pertenencias. El resto es una de esas aventuras llenas de códigos por descifrar que los lectores de Brown no demoran en devorar. Porque la verdad sea dicha: aunque la crítica suele ser despiadada con él, se trata de un autor de masas que se ve a sí mismo como un traductor entre la historia y la acumulación de datos verificables que típicamente no interesarían al gran público y que sí se acercan a ellos a partir de un relato ficticio e innegablemente entretenido. Hoy día, eso sumado a una impresionante maquinaria de marketing digna de uno de los best sellers más grandes de nuestro tiempo, con sobre 200 millones de copias vendidas de sus novelas en el mundo.

"Mi esperanza con esta novela es que la gente redescubra a Dante, que aprecie La Divina Comedia y todo el arte que inspiró", dice al otro lado del teléfono el autor, que solo ha estado en Puerto Rico una vez, en su adolescencia, pero recuerda claramente lo bien que la pasó en las playas de Rincón. Más o menos para esa misma época, cuando era un estudiante de escuela superior y estudiaba italiano, leyó por primera vez...

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