Viaje cómico a medias

Por Juanma Fernández-París

Aquellos que vayan buscando las ambiciones artísticas del director de Hable con ella, Volver y La piel que habito, podrían sentir la confusión de alguien que se sienta a ver un clásico de Alfred Hitchcock y se topa con un festival de los Looney Tunes protagonizados por Bugs Bunny y Daffy Duck.

Este filme conecta con el toque liviano e irreverente del Almodóvar de los ochenta (Mujeres al borde de un ataque de nervios) pero sin ninguna de su chispa o audacia. Esto no significa que el filme no sea entretenido o divertido, pero se siente más como un experimento cinematográfico que la película de un cineasta del talento y el calibre de Almodóvar.

Durante los últimos siete años el director parece haber estado obsesionado con emular a Hitchcock, pero con este filme cabe la posibilidad de que su misión artística haya sido rendirle tributo a Airplane, la sátira de películas de desastres que estrenó justo cuando Almodóvar estaba comenzando su carrera como director.

Quizás, esta apreciación del filme sea injusta y el director ha seguido con su obsesión de Hitchcock y esta es su versión de Lifeboat, drama donde toda la trama está confinada a un bote que carga con los sobrevivientes de un barco que se ha hundido. En este filme la trama gira alrededor de los pasajeros de primera clase de un vuelo que no puede aterrizar dado a problemas técnicos. Mientras el avión va gastando gasolina, dando vueltas y evitando un aterrizaje forzoso que podría resultar en una...

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