Viaje en el tiempo

Por Marta Y. Garraus

De inmediato noto que en Salinas hay vida, la Plaza del Mercado reboza de actividad y el centro del pueblo se distingue por su ambiente relajado pero en movimiento, es obvio que aquí se trabaja plácidamente. Una vez en el jeep comenzamos la visita por la Bahía de Jobos en el Barrio de las Mareas. Se llama Mar Negro debido al tanino, un limo oscuro y fino que desprende el mangle. Es mangle rojo muy querido por los seres unicelulares llamados dinoflagelos que provocan la luminiscencia. En Puerto Rico hay dos bahías y una laguna bioluminescente, pero si preguntas y exploras, encontrarás que el fenómeno está presente en lugares recónditos como éste.

Continuamos conduciendo alrededor del Estuario de la Bahía de Jobos, formado por islotes y cayos de mangle que lo protegen de las olas del Mar Caribe. En estas lagunas los moluscos, peces, crustáceos y otros microorganismos dan vida a al lugar favoreciendo la visita de manatíes y tortugas que se alimentan de las praderas marinas.

Después de pasar por el barrio Las Mareas, pintoresco por demás, Carlos me señala las montañas a lo lejos. Dice que pertenecen a n la Reserva de los Montes Oscuros, esto porque suelen estar secos. Luego dirige el índice a las famosas "Tetas de Cayey", y me explica que están en Salinas y se llaman las Piedras de Collado. Continuamos la visita por las plantaciones de plátanos y guanábanas. Me asomé al Bosque de Jagüeyes, pero debido a la lluvia los mosquitos estaban muy intranquilos y tuvimos que partir.

Las carreteras están vacías, la brisa refresca y el olor a campo y a mar se entremezclan creando una sensación diferente. ¡Qué paz transmite este pueblo! Un silencio donde puedes apreciar los sonidos de la naturaleza, aquí no hay lugar para el estrés, la polución o el tedioso tráfico.

Carlos me explica que Salinas vive de la agricultura y pesca, y durante el recorrido observo numerosos árboles de mangó. La naturaleza es exuberante y el paisaje único.

Continuamos al poblado sur de Aguirre por un tramo de palmeras centenarias donde están construyendo un paseo para bicicletas. Después visitamos el barrio del mismo nombre y su Centro de Visitantes donde me informé de las numerosas especies de aves que habitan en el estuario. Es un museo que conserva su antigua estructura donde se puede respirar la historia. Tel.: (787) 853-4617. Todas las casas son de madera, al estilo sureño...

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