UNA VIDA DE LUCHA

Por Esteban Pagán Rivera

esteban.pagan@gfrmedia.com

Fueron múltiples las ocasiones y situaciones que amenazaron con alejarlo de la lucha, deporte que comenzó a practicar a los nueve años. Pero su presentimiento de que el deporte lo llevaría a conquistar enormes gestas y a ser portavoz de buenas noticias, siempre lo mantuvo aferrado a la lucha, disciplina que le proveyó desde cariño paternal hasta la gloria deportiva con su medalla de plata en de Londres 2012.

Todo inició, y aún continúa, en las modestas instalaciones del Club Sparta, ubicado en el complejo deportivo aledaño a la escuela Gabriela Mistral en Caparra Terrace, Puerto Nuevo. A los 9 años Espinal frecuentaba el parque. Habían pasado cuatro años desde que su madre, Alejandrina Fajardo Hernández, lo había traído desde República Dominicana para que se criara en la Isla.

"Vinimos a jugar baloncesto, el entrenador (Pedro Rojas) se nos acerca, y nos dice miren, ahí adentro estamos haciendo lucha olímpica para que ustedes vengan si quieren practicar, y entonces digo, '¿lucha olímpica? ¡Vamos allá!' Vinimos pensando que era lucha libre, Carlitos Colón", recordó Espinal en entrevista en el Club Sparta.

Poco tardó en darse cuenta de la naturaleza del deporte, uno que lo enamoró desde el saque. Mejor aún, el entrenador Rojas lo cogió bajo su tutela y le sirvió de figura paternal. Ya no solo era su coach, sino un necesitado aliado.

"Me quedé mucho tiempo aquí por lo divertido que era, por lo contento, porque mi corazón se sentía bien aquí, más que por el deporte", dijo Espinal.

Su incursión en la lucha, y hasta su propia vida, se vio amenazada a sus 15 años, cuando su madre decide mudarse a Brooklyn, Nueva York, donde aún reside hoy día. Espinal recuerda con claridad el racismo que tuvo que soportar como estudiante de escuela superior, además de las numerosas peleas "cada dos o tres días" en las que se vio enfrascado pese a su voluntad de alejarse de ellas.

"Una vez tuve una pelea bien fuerte, me sacaron una cuchilla. Yo sé pelear con gente normal, pero nunca he practicado cómo quitar una cuchilla de una mano. Gracias a Dios hice algo, me pude ir corriendo, y yo llegué a la casa diciendo que no, esto no es para mí, yo no puedo más", rememoró.

Luego de una discusión con su madre, se vio de regreso, solo, en Puerto Rico. Rojas resurgió como figura paternal, y Espinal comenzó a vivir con la madrina de su hermana.

En ese periodo, se "desencantó" del deporte e incursionó en el cheerleading y en...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR