Una vida de risas... y lágrimas

Por Jorge L. Pérez

jperez@elnuevodia.com

"Yo no soy un judío genuino, un genuino 'spic' (forma despectiva de referirse a los puertorriqueños), ni un genuino nada. Simplemente soy un miserable gordito con espejuelos y asma", escribió Prinze, quien, en la serie representaba el papel de un joven chicano desempleado que había terminado trabajando en un desvencijado garaje del 'barrio' en el este de Los Ángeles, administrado por 'El hombre', un viejo cascarrabias llamado Ed Brown.

Entre sus otras virtudes, se supone que fue la primera comedia de televisión ambientada en un barrio latino de los Estados Unidos.

Prinze -quien hubo de adoptar ese apellido aduciendo que quería ser el próximo 'Príncipe' de la comedia, en vista de que el comediante Alan King había usurpado el apellido de 'rey'- apenas tenía 19 años cuando fue reclutado para 'Chico and the Man'.

De lo que no parece haber dudas es de que Prinze, de padre húngaro y madre puertorriqueña -y quien medio en broma se describía a sí mismo como 'hunga rican'-, padecía de depresión, en parte, según se dice, debido a sus presiones de trabajo. Su padecimiento, de hecho, era tan severo que estaba bajo tratamiento y su siquiatra le recetó quaaludes, una droga que entonces se recetaba para tratar la ansiedad y le proveía a sus usuarios una sensación de relajamiento, euforia y sueño.

Otro ingrediente negativo era su creciente adicción a la cocaína, una dependencia que había provocado que, por temor a sus súbitos cambios de estado de ánimo, le abandonara su esposa Kathy, quien el año anterior había dado a luz a su único hijo, Freddie Prinze, Jr.

Prinze entonces se fue a vivir en un hotel localizado en la calle Wiltshire de Los Ángeles.

Fue en su habitación del hotel donde, luego de que la noche antes la corte le concediera una orden de protección a su esposa, en la madrugada del 28 de enero se produjo el último acto de su vida: desde temprano, Prinze, quien de algún modo había conseguido un revólver calibre 38, comenzó a llamar por teléfono a amigos y parientes para despedirse de ellos, incluyendo a su propia madre.

Entre los que llamó se encontró su agente, Marvin 'Dusty' Snyder, quien se preocupó tanto por lo que oyó que de inmediato se presentó en su habitación del hotel.

Allí, Snyder vio cuando Prinze llamó a Kathy, diciéndole: "Te amo, Kathy. Amo al bebé. Pero necesito tener paz. No puedo seguir así".

Y entonces colgó.

Al verle con la pistola, Snyder le suplicó que pensara en su esposa, en su hijo...

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