LA VIDA SIN UN SEGURO MÉDICO

Por Marga Parés Arroyo

Mpares@elnuevodia.com

La mayoría de este grupo (59.7%) son hombres entre los 18 y 64 años, que en promedio completó su grado de escuela superior y que trabaja en una empresa privada. Ganan demasiado para poder cualificar para Mi Salud y Medicaid, pero no generan lo suficiente como para adquirir un plan privado. Así las cosas, están en un limbo salubrista.

Son ciudadanos que, a pesar de trabajar arduamente, no pueden pagar un plan médico.

Para ellos, enfermarse es un lujo, por lo que recurren a toda clase de estrategias para intentar mantenerse en estado óptimo aunque ello implique arriesgar hasta la vida: les piden medicamentos a amigos y familiares, optan por buscan información por internet para luego acudir a una farmacia a adquirir medicamentos que no requieren prescripción o visitan una tienda de productos naturales para buscar tratamientos que carecen de la aprobación de entes reguladores. En el peor de los casos, deciden pasar en frío la enfermedad.

Ni hablar de alguna emergencia hospitalaria, servicio de especialistas o medicamento que necesiten, lo que se agrava cuando se trata de un hijo.

Datos de la Encuesta de la Comunidad del Negociado del Censo de Estados Unidos (2010) revelan que 296,939 personas en Puerto Rico de una población de 3,725,789 no tienen seguro. Constituyen cerca del 8% de la población de la Isla.

El grueso de ellos (168,626 o un 57%) tiene un ingreso en el hogar menor de $ 25,000. Para cualificar para estas ayudas gubernamentales, se requieren ingresos menores de $ 800 mensuales.

Dentro de este grupo que carece de plan médico hay un sector formado por 6,658 personas que generan ingresos mayores a $ 100,000. Su situación financiera debería ser lo suficientemente holgada como para poder comprar un seguro médico.

¿Por qué no lo hacen? Para el analista en temas de salud, el Dr. Ibrahim Pérez, se trata de un grupo pudiente que se cree que nada grave o serio le va a ocurrir, por lo que han apostado a no tener un seguro de salud.

"Eso pasa mucho en los Estados Unidos. Son personas pudientes y educadas que se las juegan porque están saludables y piensan que no va a pasarles nada", agregó Pérez.

Para ellos, invertir en su salud "no es una prioridad", pues piensan que, de tener algún quebranto, sería "algo sencillo". Pero Pérez, recordando la fragilidad humana, puntualizó que este sentido de salud extrema es una falsedad. Son tan vulnerables como cualquier otro a sufrir de un derrame cerebral...

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