Entre viejos anda el juego

Por Carmen Dolores Hernández

Fotos Wanda Liz Vega

Estamos de plácemes. El detective Isabelo Andújar ha vuelto a las andadas y está en plena forma después de haber descansado de sus apariciones literarias durante el tiempo transcurrido desde "Letramuerto", cuando resolvió el caso del asesinato en La Tertulia, librería riopedrense. Esta vez se enfrenta a una madeja tupida de crímenes y recuerdos, de abusos privados y corrupciones públicas. Listísimo, campechano y negro, Isabelo Andújar sigue con su oficina de la calle Vallejo en Río Piedras, con su sagaz novia Elvia y con los amigos entrañables que le son indispensables para sus pesquisas: Valdo, Raúl, Bassat y el licenciado "Chino" Perales.

En esta ocasión, la trama empieza en tono menor, en una especie de "Andante melancolico" que marca la puesta inicial en escena, con varios personajes muy mayores ya -y aparentemente indefensos e inofensivos- entregados a la suerte que les deparen sus familiares. Mientras un tío suyo pierde facultades físicas y mentales, Isabelo acepta un caso extraño: el de un anciano institucionalizado que desvaría continuamente sobre un supuesto asesinato que cometió hace sesenta años. El hijo quiere llegar al fondo del asunto.

En el curso de la investigación Isabelo visita al último descendiente de Catalino Ríos, el asesinado. Ese descendiente es un senador al que se le imputan actuaciones irregulares. Al irlo a ver, Andújar destapa un nido de víboras; los eventos subsiguientes culminan con un reguero de muertes mientras que la violencia se acerca peligrosamente al mismo detective.

Aparecen cada vez más viejos que rodean y rondan...

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