Vigilantes de los niños

Por Juanma Fernández-París

Especial El Nuevo Día

Independientemente de esa defensa práctica, lo que tiene peso es que el concepto resulta más que acertado y es ejecutado con el tipo de inteligencia que deja a los espectadores de todas las edades más que satisfechos. Los cambios de imagen y ajustes a la mitología de estos personajes icónicos proveen comedia inesperada y visuales que justifican ver esta oferta en el 3D que ha sido tan prostituido después del éxito de Avatar.

El gancho narrativo para entrar a un mundo donde Santa tiene tatuajes en sus brazos y usa espadas para batallar el mal o donde el conejo de Pascuas mide más de seis pies y es más rápido que Flash, es la figura misteriosa de Jack Frost, quien se encarga de toda la diversión en los días de nieve, pero sufre por un anonimato supernatural que no les permite a los niños saber que él es el responsable. El destino de Frost se entrelaza con el de los Guardianes titulares cuando una fuerza malévola conocida como Pitch desata un plan para robarles la inocencia a todos los niños del mundo. Aunque de primera instancia Jack Frost no está convencido de que está cualificado para ser un guardián, la posibilidad de descubrir su pasado antes de su forma mágica lo lleva a unir fuerza con los personajes titulares.

Aunque los cambios de imagen de los personajes principales no cuentan con el ingenio de un filme como Shrek, donde el universo de los cuentos...

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