Nuestra violencia

HIRAM LOZADA

ABOGADO

Nuestras noches son de los muertos. En las noches la muerte recorre las calles, invade el aire y se escurre entre callejones y senderos solitarios. En las noches, atados a la televisión sin pausa, escuchamos cerca o lejos el trueno metálico de los disparos, las ráfagas atrevidas de las metrallas, el grito histérico de las sirenas y el ronco vuelo de los helicópteros azules.

Las noches ya no son nuestras. Pertenecen a los muertos de la madrugada. La noticia temprana dirá sus nombres y sus edades congeladas. En el periódico, la foto mostrará el tenis blanco que no cubre la mortaja. Son los hijos de los pobres, del deterioro y la crisis.

En las noches se desata la guerra urbana. Se mata para vivir y se vive para morir. No hay treguas ni fronteras. Pronto la noche arropará el día y será eterna. La guerra impone su sombra y su pesada pena.

No hay negociaciones de paz ni razón en las soluciones. Los oficiales policiacos proclaman y practican, como alternativa inútil, la guerra contra la guerra. No se inmutan con sus fracasos. Los políticos, por su parte, proponen proyectos de medias tintas, repetidos y cobardes. Es sólo una guerra entre los pobres.

Como toda guerra, se trata de dinero y espacios de poder. La vida...

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