Las virtudes y las trampas de la memoria

PUNTO DE VISTALa población de Puerto Rico, se ha dicho más de una vez, suele ser de memoria corta. Tal vez porque nos acostumbraron a la falaz idea de que el progreso implica cambio veloz y continuo se piensa que es posible prescindir de la memoria. Pero el reciente torbellino de protestas ante los desmanes del poder político fue generado por la memoria recuperada en sectores muy amplios del país. Memoria de la corrupción que ha campeado en la clase política y algunos sectores empresariales; memoria del impacto de las políticas que a lo largo del tiempo han generado sufrimiento a la clase trabajadora; memoria de la victimización de la pobreza y la criminalización de la protesta; memoria de la indiferencia de sucesivas administraciones gubernamentales ante la violencia de género; memoria de lo que significa el colonialismo en la vida cotidiana y en nuestras opciones de futuro; memoria de cómo nos engañaron los gobernantes tomando préstamos ilegales e inmorales; y memoria del pésimo manejo de la crisis generada por los huracanes Irma y María en 2017. La memoria, revalorada, permitió que un pueblo diverso, creativo y decidido lograra la salida del gobernador.Los reclamos fueron contundentes y conmovedores; pero la partidocracia que nos domina demuestra no haber comprendido su alcance y significado. Seguramente, porque es, o busca parecer, desmemoriada y cae en su propia trampa.En los pasados días, Puerto Rico ha estado en vilo ante la violación de nuestra Constitución, que establece un mecanismo preciso para la sucesión en la gobernación. Aduciendo una situación de excepción, se buscó un remedio de excepción que equivale a un golpe de estado realizado con guantes finos...

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