Cuida la visión de tus hijos

Por Rubén Román

Especial El Nuevo Día

Por lo general, esas notas de advertencia o las citaciones por parte de profesores para hablar acerca del desempeño de los hijos, llegan en estas semanas cuando el entusiasmo del inicio del año académico se ha desvanecido.

El resultado de las conversaciones escolares resuenan en las oficinas de psicólogos, psiquiatras, terapistas ocupacionales y optómetras. A los padres se le quedan, pegadas como dardos, ciertas frases de los profesionales de la comunidad escolar: "su hijo no presta atención"; "hay que bregar con él o ella" o "tiene problemas de conducta o actitud".

La respuesta de moda parece ser concluir de antemano que el estudiante es "hiperactivo" o "tiene déficit de atención". En ocasiones, los estudiantes padecen estas condiciones, pero también es frecuente encontrar casos donde la raíz del problema del niño se encuentra en sus ojos.

Un estudiante que no puede ver a la pizarra sin que se irriten sus ojos; que no puede leer una línea de un libro sin distraerse o que ve una "sopa de letras" donde hay ecuaciones, no podrá terminar las tareas escolares, simplemente, porque su sistema visual no funciona a plena capacidad. Cuando eso sucede, en el mejor de los casos, el niño mostrará una aversión casi instántanea a leer o a escribir, sin importar que se trate de su cuento o materia favorita. Hay pacientes que por sus deficiencias en el sistema visual, se caen con frecuencia, no pueden encestar el balón, ni correr bicicleta.

En otros casos más agudos, el niño puede reaccionar de manera hostil o se muestra frustrado.

Antes de que se...

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