¡Viva Alegría!

HÉCTOR LUIS ACEVEDO

ABOGADO

Cuando ocupé la Secretaría de Estado y la Alcaldía de San Juan fue mi gran colaborador, mi crítico sincero y mi maestro en los caminos de la cultura y valoración de lo nuestro. Hoy, al reflexionar sobre su vida, celebramos sus grandes legados:

  1. La humildad no está reñida con el valor - Fue un apasionado sin ruidos. Persona de hablar pausado, sin tonos altos o disonantes, sin protagonismos a flor de piel. Su protagonismo era en lo sustantivo, no en la forma. Lo vi confrontar a poderosos con gran humildad y firmeza a la vez. Ninguna persona se le escapó de lo esencial.

  2. Firmeza en sus convicciones - No se cansó ni se agotó. Fue persistente en sus luchas. La fuerza de sus creencias le nutría de energía, no importaba fuera ante el presidente de Estados Unidos o el gobernador, nunca le vi ceder un solo principio. No se amilanó ante el poder o la adversidad.

  3. Un realista optimista - Don Ricardo era de tránsito arriesgado, pues siempre tenía sorpresas. Evaluaba las posiciones y hacía un estimado de hasta dónde podía llegar. Era realista y sabía transar. Se preparaba para negociar aunque pareciera improvisando. Fue un gran abogado que simuló no serlo. Siempre al comienzo, exponía que era un simple antropólogo, buena técnica para dormir al contendiente.

  4. El polo y ancla de la cultura - Entendió temprano en su vida el valor de la cultura para los pueblos. En el caso nuestro, con los vientos políticos y las ráfagas de disolución, la cultura es el ancla del ser puertorriqueño y de su valía ante los demás. Por eso su lucha por el idioma español. Por eso su defensa de doña Inés, con la que unió voluntades. Si hoy enseñamos en nuestro vernáculo es porque se luchó por ello.

  5. A la cultura hay que darle casa propia y permanente - Don Ricardo nos enseñó que la cultura es parte indispensable de nuestra subsistencia como pueblo. En otros pueblos, el desarrollo de la cultura es parte importante de su quehacer propio. En Puerto Rico es la primera frontera de nuestra nacionalidad y personalidad propia. La creación e incorporación al diario vivir del pueblo del Instituto de Cultura Puertorriqueña es un logro sin par. Los centros culturales, los recitales, las obras de teatro, los festivales y tantas obras encontraron la mano amiga del Instituto. La restauración y protección del Viejo San Juan, fueron siempre temas de primer orden ante los funcionarios del exterior. Era nuestra carta de presentación.

  6. Para exigir respeto y crecer...

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