Vivir en el mundo de los silencios

Ese día, el sol se asomó a las 6:20 a.m.Una bebé de pelo rizado, ojos café y espíritu de guerrera decidió que era el momento de abandonar la calidez del vientre de su mamá. Comenzó a abrirse camino, desde la pelvis de la mujer que simbolizaría para ella el significado del amor más puro. Siguió por el canal con firmeza, con la misma que le tocaría enfrentar todos sus días y noches. Y cuando la estrella más cerca a la Tierra había dejado de iluminar hacía ya dos horas y 22 minutos, la niña completó su trayecto.Tomó una bocanada de aire. Abrió los ojos.Era un sábado, el del 4 de octubre de 1980.Yamilette Luciano Negrón arribó a la vida, pero a una de sonidos sepultados. A una existencia de ruidos proscritos. A un mundo de silencios, los más profundos y absolutos. A un planeta que explota de energía, con la ardua tarea de traducir sus vibraciones. Con la tenacidad que se requiere para convertir los obstáculos en milagros, como lo hizo el genio Ludwig van Beethoven al componer la Novena Sinfonía completamente sordo, regalándole a la humanidad la emoción y la belleza de una pieza musical inmortal."Nací sorda profunda. Mi mamá se dio cuenta cuando tenía 3 años. Me hablaba y no respondía nada. Me pusieron en un cuido y la maestra le dijo a mi mamá que debería llevarme al doctor", dijo a El Nuevo Día Yamilette, una mujer brillante, que se deshizo de la palabra inmovilidad y que irradia un gran sentido del humor.Cuando el médico le confirmó a Aurea Negrón y a Roberto Luciano que su hija no iba a oír nunca, la tristeza los apretó. Pero no se detuvieron. Viajaron a Chicago con la esperanza de que un implante pudiera activar su sistema auditivo. No fue posible. Se les recomendó el uso de audífonos.La niña encaró su mundo de silencios de la mano de su madre. Los lamentos no eran opción. La meta: aprender a hablar con terapias. Desde los 4 años, empezó. Su hermano Roberto se encargaba de llevarla. Su familia nunca la dejó caer.Hoy, Yamilette tiene 38 años, ostenta dos grados universitarios: un bachillerato en Administración de Sistemas de Oficinas y una maestría en Educación Comercial. Es maestra de lenguaje de señas en la escuela elemental Mariano Riera Palmer, de Mayagüez, y es una líder innata que se ha dedicado en cuerpo y alma a la comunidad de sordos del oeste. Entiende sus frustraciones, tristezas y tropiezos, porque los ha vivido en carne propia."Con la ayuda de mis padres, las terapias y de las maestras, me fui desarrollando", dijo.¿Usa...

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