Vivir al pie del volcán

Hubo una vez en que María no era María, sino un "sistema" que se formaba por las costas de África, una mancha, minúscula, en el infinito Atlántico, de por allá de donde antes vino la semilla de la bomba, la plena y el guagancó y hoy nos llegan desgracias atmosféricas. Al principio no le prestamos mucha atención, porque recién salíamos del trance de Irma, que nos había rozado y hecho sentir, por primera vez en varios años, el horrible aliento de un huracán.Irma, que pasó a unas 100 millas al noreste de la isla el 6 de septiembre, destruyó unas 30 casas en Culebra y unas cuantas decenas más en Loíza. También obligó a unos 6,000 a buscar refugio y dejó sin agua a 77,000 y sin luz a un millón. Pero, cuando se toma en consideración lo que pudo haber sido, pues ese aparato de Irma sí que era grande y feroz, nos sentimos, una vez más, la isla bendecida de los cuentos de nuestros abuelos.Nos desbordamos todos en elogios al gobernador Ricardo Rosselló, quien dio la impresión de que había pasado con buenas notas su primer encuentro con un fenómeno natural de los que son rutinarios por estas latitudes. Se le vio serio, en control, dando la información precisa, sin alarmar. Hubo un consenso, lo que se puede llamar consenso en Puerto Rico, de que el gobernador había lucido bien durante la emergencia.No teníamos manera de imaginar que todo fue lo que en buen boricua se llama pintura y capota. Estábamos ante una "fachada de cartón con casas fingidas de ladrillos rojos" como la que imaginó el gran Gabriel García Márquez en ‘Muerte constante más allá del amor’.Detrás de las conferencias de prensa, de las fotografiadas visitas a comunidades afectadas, de los hashtags, hasta de los amagues de conciertos benéficos, no había mucho.Un fenómeno cien veces más destructivo que Irma se dirigía a nosotros. Avanzaba con tropel de rumiantes sobre la ardiente superficie del Atlántico. Comía calor, rugía, bramaba y adquiría fuerza de asesino. Era María, que nos había puesto en su mirilla, que venía a partir la isla por el mismo medio como con un sable bien afilado. Era nuestra peor pesadilla en forma de viento y agua que venía a ponernos la bota en el pecho. Y nosotros la esperábamos desnudos, aletargados y a la intemperie.Esta semana, la Universidad George Washington (GWU) publicó su anticipado informe sobre las muertes del huracán María.Estableció que entre septiembre de 2017 y febrero de este año, murieron en Puerto Rico 2,975 personas más de las que habían muerto en...

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