Vivito y coleando

Por Patricia Vargas CASIANO

pvargas@elnuevodia.com

La ejecución musical de Ramón Luis Ramírez Toro (nombre de pila del cantante) ha sido un ejemplo para artistas como Gilberto Santa Rosa, Ismael Miranda, Andy Montañez, Luis "Perico" Ortiz, Pupy Cantor, Cheo Feliciano y muchos otros, cuyos inspiradores testimonios fueron grabados por los productores del documental, que debe estrenar en octubre y en la que también hablan a los raperos Tego Calderón y Vico C.

Pero nadie ha podido contar la vida del creador de Adivínalo como su hijo, Chamaco Ramírez, Jr., quien tenía doce años cuando su padre fue ultimado de un balazo en la nuca y otro en la mejilla el 27 de marzo de 1983 en el sur del Bronx, Nueva York, a los 41 años.

Según cuenta, en un principio su familia pensó que se trataba de otro de los rumores que corrían cada vez que el cantante desaparecía por periodos que lo llevaron hasta a la cárcel por su adicción a los narcóticos. Él, particularmente, no lo quería creer pues su papá le había prometido a él y a sus dos hermanas, Wanda y Yahaira, que regresaría al hogar para no marcharse más. Pero tuvo que enfrentar la dura realidad: lo habían asesinado. Más duro aún, treinta años después su muerte continúa sin ser esclarecida.

"La última vez que vi a mi papá estaba fuerte, rehabilitado de las drogas, con otra mentalidad. Pero por situaciones que surgieron fue a Nueva York con intenciones de regresar. En otras ocasiones llamaban y decían que lo habían matado; esperábamos que esa vez fuera una falsa alarma, pero ese día hubo una llamada y mi mamá siempre decía que el día que esa persona llamara sería verdad. Salí corriendo de mi casa a la casa de mi madrina, ella me cogió en sus brazos y lloramos. Desde ahí escuchaba la gritadera en mi casa", recordó el hombre de 43 años, quien aún se emociona con ese recuerdo.

La familia no tenía recursos para traer el cuerpo del compositor de Trucutú a la Isla.

"Llegó esa persona y le dijo a mi mamá 'no te preocupes que los nenes no se van a quedar sin ver a su papá'. Vi tanta gente pasar por la Funeraria La Cruz y cuando lo llevaron al residencial Quintana, donde todavía residimos, la Orquesta de Tommy Olivencia le tocó... Ese día llevé a mi papá al cementerio, pero nunca lo enterré porque su música sigue viva. Los hijos de los cantantes llevamos una ventaja sobre otros que no tienen padres artistas, porque podemos seguir escuchándolos a través de sus canciones. Cuando lo volví a escuchar hablar en un programa...

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