Vivos el recuerdo y la pena por Tokío

Por Keila López Alicea

keila.lopez@elnuevodia.com

"Allí nadie pasaba hambre. Todo el mundo sabía que lo que tenía que hacer era llegar a casa del vecino, llegar a casa de Nellie o de Guelo y había comida", relató Nélida Gómez, quien nació y se crió en la desaparecida barriada.

Este año se cumplen 26 años desde que Tokío se borró del mapa de Hato Rey producto de un plan de expropiación trazado por el gobierno. En el terreno en que una vez estuvieron afincadas las casas de Gómez y su madre, Nélida Cardona, y de Emiliano Ramos Pastrana y su esposa Aurelia Concepción -mejor conocidos como don Mallán y doña Guelo- ahora se encuentra el imponente coliseo José Miguel Agrelot. El parque que con tanto celo cuidó durante décadas Ramón Elías fue eliminado para dar paso a la sede de la Comisión Estatal de Elecciones.

Ninguno de los residentes puede ver el terminal del AcuaExpreso sin pensar en las horas que pasaron en ese borde del caño, pescando jueyes y buruquenas o "navegando" a bordo de las canoas que improvisaban de capotas de carros viejos.

"Fue un proceso muy doloroso", expresó doña Guelo al recordar los años cuando se les dio la primera noticia de que la barriada sería expropiada.

"Ellos dijeron que eso ahí no era apto para nosotros vivir, pero hicieron edificios de apartamentos para gente rica... Primero nos habían dicho que iban a hacer casas para nosotros", exclamó la mujer de 73 años y quien llegó a Tokío en 1960. Los desalojos de la comunidad se extendieron durante tres años, indicó el dramaturgo Ramón "Moncho" Conde, quien nació en el sector.

En el proceso, los residentes fueron convencidos de abandonar el lugar poco a poco con la promesa de darle más dinero de lo que previamente habían tenido en sus manos. "Había un precio base de $ 10,000 a $ 15,000 por el terreno y...

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