Las voces de mil muertos

Por Benjamín Torres Gotay

btorres@elnuevodia.com

Las noticias ya cotidianas de que a un fulano "se le acercaron varios desconocidos y sin mediar palabra le hicieron varios disparos que lo alcanzaron en diferentes partes del cuerpo" habían dejado de importar. Solo cuando el asesinado era un notorio, un niño, una mujer, un anciano, un inocente o el crimen ocurría en un lugar inusual se le prestaba un poco de atención.

Este momento en que el país vuelve a pensar en el asesinato nuestro de cada día es tal vez adecuado para que otra vez pausemos un momento y reflexionemos en las aciagas implicaciones que tiene para nuestro país, para nuestra sociedad y para nuestra vida colectiva el horror permanente en el que vivimos. La cifra de mil muertos no importaría tanto si no supiéramos que vamos camino a superar por más de 150 los 983 muertos del año pasado, y que si, como parece, se mantiene la tendencia el 2011 terminará con cerca de 1,150 asesinatos, 419 más que hace apenas cuatro años, un horrendo aumento de 57% en la cantidad de asesinatos en tan corto periodo. Esto, en palabras sencillas, significa que el problema, con todo lo grave que ya es, está empeorando a pasos agigantados. Mientras esto ocurre, los que nos gobiernan y los que aspiran a hacerlo o no se han enterado de la gravedad y complejidad del problema, o les falta imaginación para afrontarlo. Siguen prometiendo las mismas cosas que hace décadas se vienen haciendo con los resultados que ya conocemos: la peste a cadáver que arropa cada mañana puertorriqueña.

Prometen más policías, más guardias nacionales, más armamentos, más restricciones, más campañas de valores y menos derechos civiles.

Se culpan unos a otros mientras la sociedad se sigue desintegrando y más gente recurre al plomo, al puñal y al tubazo para resolver cualquier diferencia. El político podría cooperar si quisiera, ejerciendo un discurso menos divisivo y beligerante, dando ejemplo de trabajo, justicia y honestidad, deshaciéndose de la actitud de marcar terreno y de captura de botín que caracteriza la gestión pública, demostrando, con hechos, no con...

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