Volar

Karisa Cruz Rosado

Me como un congrí con perrito, con "hot dog". Y le doy unos sorbos a mi jugo de fruta bomba, papaya. Y José Martí está en la esquina: honrar, honra. Ésta es la publicidad.

Ojalá que todos, lo de afuera, los que venimos escuchando cuentos en contra de este país prohibido, -para el americano-, vinieran y vieran. Vivieran y aprendieran. Y conocieran a gente que podría quitarse, pero que el sentido, la necesidad de supervivencia no los deja.

Me confunden los viejos verdes -turistas- de hotel. Me invitan a tragos y a espacios vedados para los verdaderos cubanos. Los señores, con sus cigarros Cohíba en la boca, venden villas y castillas a las pobres jineteras, prostitutas, que necesitan vestirse apretadas para complacer el ojo ajeno. Ellas, que urgen de sus dólares para pagar el jabón de fregar, les ríen sin ganas las gracias.

País de contradicciones es Cuba. ¿Cuál no lo es? País donde, enferma con una pulmonía que me apaga la respiración, me atienden sin preguntarme el nombre, la nacionalidad. Salud primero. Quién eres después.

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