'Como volver a abrir la herida'

Por Aurora Rivera Arguinzoni

arivera@elnuevodia.com

Eran muchos los que tenían a flor de piel el dolor en el alma, el horror de lo vivido, el desconsuelo, el sentimiento de abandono y la rabia por haber perdido a uno de los suyos, a Julio Alfredo Ramos Oliver, asesinado luego de un tropezón en medio de las Fiestas de la Calle San Sebastián.

Todos esos sentimientos volvieron a quedar a flor de piel tras haber visto imágenes reveladas el martes por la Policía de los posibles verdugos y sus acompañantes.

Temprano en la mañana don Julio A. Ramos estaba en su playa rocosa, contemplando las aguas saladas y la antigua ciudad amurallada. Estaba en el mismo lugar desde donde la contempló muchas veces con sus cuatro hijos cuando se criaban. Pero solo Dios sabe lo que pasará por su mente ahora al mirarla pues en esa misma ciudad amurallada, patrimonio del mundo, dio el último suspiro el pasado 20 de enero el menor de sus retoños y su único varón, Macho, como aún le llama.

Cuando El Nuevo Día llegó a visitarlo, no pudo hablar porque lo traicionaron las emociones. Llamó a la hija que en ese momento lo acompañaba, Lizbeth, y ella a penas pudo pronunciar palabras.

"Imagínese cómo nos vamos a sentir. No nos vamos a sentir bien. Lo que sucedió fue algo bien doloroso. No es un alivio total (que finalmente se hayan mostrado imágenes de los sospechosos), pero, pues, le genera la esperanza a uno de que por lo menos se haga algo", expresó parcamente pues reconoció tener temor a represalias por parte de los criminales.

"No tengo palabras, eso fue algo muy grande", dijo por su parte un hermano de don Julio, Héctor Ramos, con sus ojos llenos de lágrimas y un nudo en la garganta.

Al notar la presencia de periodistas en la calle, varios vecinos se acercaron y, aunque todos se mostraron tristes y emotivos al hablar del tema, parecieron dar voz a la familia Ramos Oliver. Después de todo, como señalaron, en La Puntilla la gente se considera familia y por eso a tantos vecinos les ha sacudido el crimen perpetrado a las 12:52 a.m. del 20 de enero, en medio del tumulto de gente que suele asistir a las tradicionales fiestas.

Fue precisamente por eso que, además de reclamar a las autoridades continuar trabajando por esclarecer el caso, clamaron por ayuda psicológica para la comunidad, especialmente para adolescentes y jóvenes que, según describieron, enfrentan un trauma por la pérdida y por el modo en que ocurrió.

"Vi cuatro personas (marcadas en las fotos provistas por la...

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