Walter y yo

Huáscar Robles Carrasquillo

Y ése es el propósito del autor: engatusar, explorar con Walt y otros personajes lo que es vivir dentro de la piel del desenfreno. Y ¿quién no quiere desenfreno? ¿Quién de nosotros no está enfermo, endeudado y con deseos de enviar al diablo a nuestro patrono?

Tal vez debemos considerar que el yo ideal no vive en un mundo de fantasía con vehículos de marca y con músculo político. Tal vez vive en las entrañas del deseo, y tal vez no sea mala idea. Carl Jung argumentó que para ser felices hay que abrazar a nuestros deseos más oscuros; explorar el "id", dejarlo salir. De lo contrario el riesgo es corroerse desde adentro.

Por eso no digiero el cuento acérrimo de que debemos evitar contubernios. El vivir sin juzgar, mentir y, de vez en cuando, maldecir es inherentemente tóxico. Y el vender paz y armonía en la iglesia o en seminarios iracundos de autoayuda puede ser igual de pernicioso que pedalear sustancias.

Claro hay...

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